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Entre Syr y Horn (SyrとHörnの狭間で) es una historia corta dada a quienes compraron una versión digital del volumen 17 de DanMachi.

Resumen[]

Como Bell había visto a través de sus mentiras, Horn tenía prohibido entrar en contacto de nuevo con él acorde al trato que había hecho con Freya. Aún así, había estado observándolo más que cualquier otra persona durante su estadía en Folkvangr, ya fuera desde su ventana o a través de los sentidos de Freya con su magia Vana Seith.

Horn acostumbraba llamarlo un tonto mientras lo veía perseverar, ya fuera resistiendo el brutal asalto de Hedin y el resto de aventureros de primera clase de la Familia Freya o la noción de que no era Bell Cranel de la Familia Hestia sino de la Familia Freya. La Asistente de la Diosa lo maldecía con una mirada fría, considerando ese su castigo por mancillar a su Diosa, pero nunca sin dejar de verlo.

Se sentía algo feliz con la situación actual, aunque no era por completo lo que esperaba. El rechazo de Bell había evitado que su Diosa fuera reducida a una simple "chica", justo lo que había deseado, pero su obsesión por él en cambio no solo no había desaparecido, sino que se había intensificado y trastornado. Horn además había esperado ser ejecutada, sin embargo, su castigo asignado parecía ser el vivir avergonzada por traicionar a Freya. Por más que le sirviera Horn no se atrevía a verla a la cara como antes y el trato que recibía de otros dependientes, las miradas de lástima del resto de asistentes de Freya junto con el desprecio de Allen y otros, también le dolían.

Aquello la hizo pensar que era tan culpable como Bell y los dos eran tontos, aún si de distintas maneras, lo que la hizo sonreír. Su expresión entonces volvió a ser una de molestia, enojada consigo misma por alegrarse de que tuvieran algo en común. La chica seguía sin darse cuenta que las demás asistentes habían notado cuanto había estado hablando consigo misma recientemente.

Un día Bell le preguntó a Heith si había una dependiente de Freya llamada Horn. La sanadora contestó que sí y lo interrogó sobre su repentino interés por ella. El chico señaló que nunca la había visto pese a ir todas las noches al cuarto de Freya y que ella era la Asistente de la Diosa, lo que se le hacía extraño. Heith entonces inventó una historia en la que él la había visto en su ropa interior por accidente y su cara además había acabado en sus senos al tropezarse, con la extrema reacción de Horn incluyendo jurar que no se le volvería a acercar o siquiera verlo. Su explicación bastó para convencer a Bell, quien se fue apenado.

Horn, quien había estado escuchando desde detrás de una esquina, confrontó a Heith por lo que había dicho, pero se quedó sin palabras cuando ella se excusó con que estaba encargándose del desastre que había provocado. La sanadora entonces declaró que aún si era debido a que experimentó los sentimientos de Freya, debía poner fin a sus sentimientos por Bell. Ya que alterarse sería como admitir que tenía razón, Horn en lugar de eso se calmó y señaló que parecía ser cercana con el chico, preguntó si ella sentía algo por él.

Para su sorpresa Heith admitió que era el caso. No obstante, tampoco estaba locamente enamorado de él y pensaba limitarse a solo cuidar de él, ya que Bell era especial para Freya y ella le pertenecía a su Diosa. La idea de que Bell se abriera con Heith molestaba a Horn, sintiéndose por primera vez celosa de ella. Se sorprendió además cuando la sanadora le pidió que dejara de mirarlos tan intensamente cuando ella y Bell hablaban, ya que ella misma no se había dado cuenta de que había estado haciendo eso. Al ver su expresión Heith comentó que estaba tan desesperada que parecía que amaba a Bell aún más que ella, haciendo que Horn se sonrojara más de lo que nunca se había sonrojado.

Los días humillantes de Horn continuaron con ella pensando todavía más en Bell debido a las palabras de Heith. Mientras lo observaba desde una ventana quedó maravillada por su determinación, habiendo creído que sucumbiría a la soledad. Contrario a su creencia que en su estado actual era igual a su yo pasado, cuando había sido "Syr", incluso sin nadie a su lado se negaba a tomar la mano de la Diosa al igual que ella lo había hecho entonces. Libre ahora del filtro que eran los sentimientos de Freya, Horn quedó fascinada por el chico que se esforzaba más que cualquier otro y su fuerza que era más grande de lo que había imaginado. No obstante, pese a que ahora lo seguía con sus propios ojos, no los de Freya, aún se rehusaba a admitir que esos era sus propios sentimientos y no los de su Diosa.

Sus desbordantes emociones sin embargo no le permitían creer eso, y en su mente surgió la duda de si habría llegado a amarlo si hubiera permanecido como Syr. Pensar en tal "y si" la hizo querer matarse pese a las ordenes de su Diosa. Mientras el brutal entrenamiento del chico continuaba afuera en el patio, Horn derramó una lágrima.

Una noche, luego de que Bell visitara a Freya, sus emociones fluyeron hacia Horn. Cuando había adquirido su falna y por ende su magia de transformación, el ojo derecho de Horn había cambiado, viéndose desde entonces plateado o gris dependiendo del ángulo desde el que se viera. Ella lo consideraba el precio a pagar por que un mortal se convirtiera en un Dios, pero un efecto secundario era que los sentimientos de Freya a veces podían fluir a ella a través de ese ojo incluso si no estaba usando su magia. Aunque la experiencia era más leve que cuando sí usaba Vana Seith, aquello le permitió darse cuenta de los verdaderos sentimientos de su Diosa, de los cuales ni siquiera ella misma era consciente: su Diosa estaba llorando, dolida y sufriendo.

Horn fue a la puerta del cuarto de Freya y usó su magia para descubrir más al respecto. Sorprendida al ser descubierta por Hedin, su magia se deshizo y ella huyó a su habitación, poniéndole seguro a su puerta antes de echarse en su cama. La chica se encontraba en un grave dilema. Ni su método ni el de Freya habían funcionado, por lo que ahora enfrentaba una importante decisión: no hacer nada o traicionar nuevamente a su Diosa. Seguir viviendo como Horn o volver a ser Syr. Olvidar todo, hasta su Diosa, y aparecer ante el chico y aceptar sus sentimientos por él.

Tras un lugar rato Horn alzó la cabeza decidida. Su ansia por Freya había sido su primer anhelo, y había llegado a donde estaba yendo tras de ella. Así que, con una sonrisa y lágrimas cayendo por sus mejillas, Horn proclamó que ofrecería su vida que Freya había salvado para salvarla a ella. Con sus manos entrelazadas y sus ojos cerrados, Horn juró ante la luz de la luna que daría todo de sí, inclusive sus sentimientos por Bell, por su Diosa.

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Magia[]

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